Ashley batallaba por verse hermosa hasta que aprendió a ver su cuerpo a través de los ojos de Dios.

Ashley llevaba el peso del mundo sobre sus hombros. Mientras otros observaban a una reina de belleza concurso tras concurso, ella se sentía perdida. “No sabía cómo ser normal. No sabía cómo tener una relación normal con la comida”. ¿Cómo soltar el control sin perder el control? ¿Con quién hablo cuando temo que me juzguen por el secreto que guardo? Su dilema no se trataba de imagen sino de control—el control de tener una vida normal. Estabilidad. Balance. Se trataba de seguridad, y en su punto más bajo eso fue lo que encontró.