Un minuto estaba en el baño al final del pasillo de su oficina en el Pentágono. Al próximo minuto, más del 60% de su cuerpo era quemado por una explosión desconocida y el fuego resultante.

Ese fue el infierno desatado sobre el Teniente Coronel Brian Birdwell el 11 de septiembre, 2001. Él desconocía que terroristas habían secuestrado un avión de pasajeros 757 y lo estrellaron contra ese lado del edificio. Tampoco sabía que era uno de los pocos supervivientes de ese sector de su oficina en el Pentágono. Además, desconocía los niveles de dolor y agonía asociados con su recuperación. Eso estaba por venir.  

Lo que encontró fue que Dios tenía planes para que él sobreviviera aquel día, y finalmente lo llevara a convertirse en senador para el estado de Texas. La jornada que él recuerda es un recordatorio del profundo trauma que solamente Dios puede sanar.