¿Quieres tener lo que Cody tiene?
Bien, Entonces Bienvenido al club!
Declarar “Yo Soy Segundo” no es algo natural, tampoco lo es creer en alguien a quien no puedes ver físicamente. Permítenos explicarte.
Vivir SegundoCody Garbrandt aprende a dejar de pelear
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“Cuanto más me acerco al Octágono, más confianza siento. Escuchas cuando la puerta de la jaula cierra…y tienes a tu adversario frente a ti—otro león paseándose de un lado para otro”.
El luchador de artes marciales Cody Garbrandt creció peleando. Él viene de un legado de luchadores en ambos lados de su familia. Mucho antes de poner un pie en el Octágono, observaba el cuadrilátero desde las gradas con su tío, un boxeador olímpico, y luchaba con su oponente más formidable, su hermano mayor Zach.
“Mi hermano siempre era más grande, rápido, fuerte, y mezquino que yo. Por eso creo que yo era pronto para pelear. Tenía algo que demostrar”.
Sin embargo, la intensidad de las peleas con su hermano también se extendían a su lealtad y capacidad para amar. En la escuela superior, una lesión evito que Cody defendiera su título como campeón estatal de lucha libre. Sin la disciplina y la motivación de su deporte, se sintió perdido, y viviendo irresponsablemente.
“Sentía que mi camino llegaba a su fin. Por un tiempo, no era quien yo era; estaba en un lugar muy oscuro…esta es la primera vez que hablo de esto”.
Al tocar fondo, el hermano de Cody, Zach, intervino para pelear por la vida de Cody. Aceleró un momento decisivo que sacó a Cody de lugar donde se encontraba a una vida que buscaba la luz—una vida donde encontró victoria, no solamente al luchar, pero también al rendirse.
Bien, Entonces Bienvenido al club!
Declarar “Yo Soy Segundo” no es algo natural, tampoco lo es creer en alguien a quien no puedes ver físicamente. Permítenos explicarte.
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