La fe de Jack Graham y su familia fue puesta a prueba por una tragedia. Esta familia tuvo que recordar dónde se encontraba su esperanza.

Cuando niño, Jack Graham adoraba a su padre. Fuerte, indestructible, proveedor, y protector—quería ser como él. Para Jack su papá era más que eso, era su amigo; una relación que duraría para siempre. La realidad es que nunca imaginamos vivir sin la persona cuya vida están tan íntimamente conectada con la nuestra. A veces la conexión puede ser tan fuerte y transparente que romperla parece imposible. Cuando el padre de Jack cayó víctima de violencia, su familia perdió al hombre, esposo, padre, y amigo—el fundamento. Sin embargo, Dios estuvo presente en medio del dolor. Los días oscuros esclarecieron y el propósito para la vida de Jack se hizo evidente. Se comprometió más que antes y creció para ser el hombre que siempre admiró en su papá.