“La mayoría de las personas dicen: ‘Las drogas son tu problema, deja de usarlas’. Pero para un fanático como yo, las drogas son una solución. Pueden eliminar las drogas y entonces tenemos problemas”. 

Esa era la vida de Jordan Rogers.  A los 15 años trató la heronía por primera vez; para cuando tenía 20 años se había convertido en intenso adicto a la heroína, consumiendo drogas en hoteles baratos, y coqueteando con la muerte. De hecho, su adicción llegó a tal punto que otros adictos no querían estar con él por miedo de que sufriera una sobredosis y tuvieran que llevarlo al hospital y ser identificados

“Cuando los adictos a heroína te dicen que tienen miedo de estar contigo, tienes problemas”, dijo. “Pensé con frecuencia acerca de la muerte”.

Los centros de tratamiento eran una farsa para él. Pensaba que sabía más que los que le ofrecían esperanza. Ahí fue cuando la policía se presentó, lo esposaron y llevaron a la cárcel. Lo que vio en la cárcel lo estremeció: dos hombres peleando por un rollo de papel sanitario, uno quería usarlo como almohada y el otro quería ir al baño.

“En aquel momento pensé: ‘No estoy hecho para esto. Absolutamente merezco estar aquí, pero no pertenezco aquí'”.

Él sabía que acabaría allí otra vez a menos de que algo cambiara drásticamente. Entonces, por fin pidió ayuda. La jornada que comenzó aquel día le llevó a uno de los lugares más hermosos en la Tierra y a un increíble empleo con Nike.