“Hice un batazo de foul por la línea de tercera base”, recuerda Josh Canales. “Todo el mundo en el estadio gritó y se pusieron sus manos sobre la cabeza, pero ya era demasiado tarde”.

La pelota golpeó a su compañero Kelsey Osburn en la nuca. Sin el casco puesto, se desplomó en el suelo. Josh Canales corrió hacia él mientras su amigo caía rápidamente inconsciente. Tres horas después de la cirugía de urgencia, el médico confirmó que Kelsey no volvería a abrir sus ojos. ¿Qué les diría Josh a los padres de su amigo? ¿Le perdonarían alguna vez por haber acabado con la vida de su hijo? ¿Podría él perdonarse a sí mismo? ¿Aprendería alguna vez a superar la muerte de su amigo? Las preguntas, el miedo y el dolor invadían su corazón, pero lo que Josh pronto aprendería sobre el perdón cambiaría para siempre su forma de enfrentarse a la vida y a la muerte.

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“I hit a screaming line drive foul down the third base line,” Josh Canales recalled. “Everybody in the stadium yelled head’s up, but it was too late.”

The ball struck teammate Kelsey Osburn in the back of the head. Without his helmet on, he crumbled to the ground. Josh Canales raced over as his friend quickly slipped into unconsciousness. Three hours of emergency surgery later, the doctor confirmed that Kelsey would never again open his eyes. What would Josh tell his friend’s parents? Would they ever forgive him for taking the life of their son? Could he ever forgive himself? Would he ever learn to cope with the death of his friend? Questions, fear, and pain filled his heart, but what Josh would soon learn about forgiveness would forever change how he deals with life and death.