Kurt Warner sentía que nadie creía en él. Pasó cuatro años esperando por una oportunidad en la universidad. No fue sino hasta su último año cuando recibió las riendas. Se destacó pero ningún equipo de la Liga Nacional de Fútbol reconoció su potencial para reclutarlo. Recibió una invitación para presentarse el campamento de entrenamiento de los Packer de Green Bay pero eso no perduró. Dentro de poco tiempo fue eliminado. Unas semanas más tarde se encontró trabajando el turno de la noche reabasteciendo los estantes en una tienda de comestibles. Este no era el camino para el estrellado en la Liga Nacional de Fútbol que había soñado. Más tarde se convertiría en el quarterback más exitoso de la Liga Nacional de Fútbol sin haber sido reclutado. Sin embargo, historias de no favoritos como esta no son el tipo que uno escoge cuando lucha y se pregunta si tendrá éxito o si Dios cree en uno.