Landry Jones solía encontrar su identidad en los deportes hasta que Dios interrumpió sus planes.

Para Landry Jones jugar deportes era fácil. Todos querían que fuera parte de sus equipos. Todos lo amaban. Tenía amigos, chicas—el mundo estaba al alcance de sus manos. Sin embargo, deseaba más. Siempre había sido fácil para Landry Jones jugar deportes.

Jugar fútbol en la Universidad de Oklahoma fue una decisión fácil de tomar—llegar al recinto y descubrir que ocupaba una posición inferior en el programa fue otra cosa. No era más una estrella, no era deseado por todos. Después de todo, Oklahoma tenía al ganador del Trofeo Heisman, Sam Bradford, en su equipo. Landry no era el centro de atención.

Perder su identidad sacudió a Jones. No sabía cómo manejarlo por lo que demostró una mala actitud y buscó satisfacción en otras cosas. Entonces, tuvo un encuentro con Dios que cambió su actitud, su enfoque, y finalmente su vida.